La palabra “llama”
empieza con “l”.
La “ll” no debe
considerarse una letra, sino un dígrafo. Hay cinco dígrafos en español: “ch”,
“ll”, “gu”, “qu” y “rr”.
Cuando iba a la primaria, me enseñaban a recitar “a, b, c,
ch, d... l, ll, m... r, rr, s...”. No entendía que en el diccionario (de papel,
claro) apareciera “chancho” después de “cuadro”, si la "h" estaba después de la "u"... Además, mi apellido lleva "ll" y desde siempre lo deletreo con “doble ele”, porque algunas personas no entienden “elle” y no la reconocen como una letra. En italiano se
pronuncian casi igual las palabras con dos “l” o una sola. Cuando empecé a estudiar inglés,
vi también que no existían la “ch” ni la “ll”... y me parecía más lógico. Ni
hablemos de la “ere” (r) y “erre” (rr): la doble ni siquiera aparece al inicio
de una palabra.
Muchos años después, la Real Academia decidió estar de
acuerdo conmigo. En sus “Principales novedades de la última edición de la Ortografía de la lengua española (2010)”, estableció:
“1. Exclusión de los dígrafos ch y ll del abecedario
Se excluyen definitivamente del abecedario los signos ch y
ll, ya que, en realidad, no son letras, sino dígrafos, esto es, conjuntos de dos
letras o grafemas que representan un solo fonema. El abecedario del español queda
así reducido a las veintisiete letras siguientes: a, b, c, d, e, f, g, h, i, j,
k, l, m, n, ñ, o, p, q, r, s, t, u, v, w, x, y, z.”
Después se comenta que así se pone a la par de otras lenguas,
en las que el abecedario se compone sólo de signos simples, y que de todas maneras
no cambia la escritura de las palabras con estos grupos de letras. También aclara que las
palabras que comiencen con “ch” o “ll” se ubicarán en el orden que
corresponda dentro de las palabras con “c” o “l”: es decir que, finalmente, chancho irá,
como debía, antes de cuadro. Esto es importante para los traductores que deban
ordenar alfabéticamente un índice.
Otra aclaración: “(...) no se consideran hoy aceptables los
nombres alternativos que han recibido algunas otras letras en el pasado; así, se aconseja
desechar definitivamente el nombre ere para la r”, que se llama “erre”, como le decimos todos, por fin.
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