En los últimos tiempos se leen noticias -terribles, claro- sobre “bullying” y “hacer bullying”; notas en internet y
mensajes en Facebook con frases como: “¿Qué hacer si su hijo es un bully?”, “Ya sea que estés siendo víctima de bullying o seas testigo...”, “Basta de bullying”, “Bully: qué es y qué hacer”.
Serio como es el tema, creo que además de hacer todo lo posible por
detenerlo o luchar para que no exista, debemos llamarlo por su nombre, porque usar el
anglicismo a mi parecer le resta importancia, le da un aire novedoso y moderno, como si no fuera algo negativo.
El acoso escolar, o intimidación,
abuso escolar, maltrato, matonaje o
matoneo (en otros países) u hostigamiento,
es una forma de “tortura metódica y sistemática” o violencia extrema, dice en
Wikipedia. El ciberacoso es su versión informatizada: "un daño recurrente y repetitivo" en textos enviados por medios electrónicos. Puede tratarse sólo enviar correos
electrónicos a alguien que no desea recibirlos, pero también puede incluir
amenazas, insultos, mensajes con connotación sexual.
En una nota en la
que se comenta “la situación lingüística de
los medios argentinos” y se destaca un “abuso de
los extranjerismos, el uso frecuente del condicional en lugar del subjuntivo (serían por fueran, habría por hubiera) y el queísmo”, aunque se aclara que hay quienes
saben usar bien el idioma (gracias, por la parte que nos toca a los traductores),
Gabriela Pauer, delegada de la Fundación del Español Urgente (Fundéu BBVA) en
Argentina, sugiere “recordar que existe ciberacoso,
cuando todos hablan de ciberbullying, cienciología en lugar de cientología”,
sobreventa en
lugar de overbooking, copia de seguridad en lugar de backup, taller en lugar de
workshop.
La Fundéu recomienda traducir, y para nosotros es lo lógico, ya que nos guiamos por lo que “está en el Diccionario de la RAE”... Hagamos nuestra tarea y luchemos contra el acoso escolar y el ciberacoso, y a favor de un mejor idioma.
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