miércoles, 25 de junio de 2014

¿Qué de qué?

Siempre con la idea de recordar a los traductores humanos que revisemos y corrijamos la redacción de la máquina, presentamos dos ejemplos que parecen una madeja enmarañada:


Es evidente que al traductor automático le cuesta reordenar la oración (o una pregunta) cuando hay una preposición al final y convertirlo en subordinada. 

"¿De qué te hace pensar el título que tratará el libro?" (es una pregunta rebuscada, de todos modos). 
"Me di cuenta de que pensaste en el título para poder predecir de qué trataría el libro".


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