No sé si
es una creación rioplatense, si viene de España (como tantos modismos que usamos aquí) o de algún otro país. Sólo sé que en esta región de Argentina en la que
me tocó vivir se usa y bastante. La decimos como advertencia, para introducir un
elemento peligroso, inconcebible o infrecuente: ¡Agarrate, Catalina! Viene la tía de visita. Incluso lo usamos cuando
estamos relatando algo pasado: Se vino
una tormenta que... ¡Agarrate, Catalina!. La versión
completa es “Agarrate, Catalina, que vamos a galopar”, pero la segunda parte se
usa menos.
Me pregunto
si es tan local como creía, porque es raro que aparezca en WordReference. (Busqué la forma en que así lo traduciría, si fuera necesario: “Brace yourself”.)
Pero me seguía preguntando ¿de dónde vendrá esta frase?. Y busqué...
En un sitio
prometían “la verdadera historia” y “casi 100 % de exactitud”, pero sin mención alguna de una fuente bibliográfica seria, ni el autor de esas afirmaciones se manifiesta profesor o investigador o erudito en frases y dichos populares. Por lo cual todas las
versiones que encontré me merecen igual crédito.
Versión 1: Rusia,
siglo XVIII. La protagonista de esta versión sería Catalina “la Grande” de Rusia, que tenía fama de tener
muchos amantes y por lo tanto era común en la época que un varón dijera a su
pareja “agarrate, Catalina, que vamos a galopar” como invitación a practicar el
sexo. (¿Cómo no se les llamó "Catalinas" a todas las chicas de cascos ligeros, entonces, o por qué no se transformó en un nombre con mala historia?)
Versión 2:
Ciudad de Buenos Aires, década de 1940. Esta es la
historia que más circula por internet (¿será porque es porteña?). La Catalina
mencionada era una trapecista muy joven, de familia de artistas de un circo que
recorría los barrios de la ciudad, a la que los parientes y el público advertían
“Agarrate, Catalina” antes de que hiciera sus peripecias. La historia tiene un
final trágico: la joven murió en una función, al estrellarse el Hombre Bala
contra su torso. (¿Por qué se le agrega “que vamos a galopar”, y qué relación tiene con el trapecio? No se comenta.)
Versión 3: Río
de la Plata, principios del siglo XX. En Yahoo
Respuestas, un respondedor uruguayo (que quiere convencernos de que Gardel era
de sus pagos) atribuye la frase al jockey Irineo Leguizamo (que sí era uruguayo
pero hizo gran parte de su carrera en Argentina, era amigo de Gardel y hasta le
inspiró un par de tangos). Según el relato, Leguizamo corría una yegua llamada Catalina y a la largada
de cada carrera, tenía costumbre de alentar así a su animal. (En una lista
de caballos que corrió no figura ninguna Catalina. Pero aquí al menos hay un caballo
involucrado... Aunque “galopar” no es lo que hacen en las carreras.)
Versión 4:
Uruguay, finales del siglo XIX. Un forero de
WordReference dice haber leído la frase en una obra del escritor uruguayo
Orosmán Moratorio (pero no dejó el dato del título de la obra).
Cabe
mencionar que existe una banda de murga uruguaya con este nombre: parece haber alguna vinculación de esta frase con nuestros vecinos.
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(Elaboro aún otra versión...) |
Yo elijo otra versión (total...). Pienso que se la
dijo mi abuelo Pedro a mi abuela Catalina un día que iban en un tranvía que iba "a los trotes" por calle 7...
Me encantaría
saber si la frase se usa en otras regiones argentinas o en otros países además de Uruguay, y si existe en otro idioma
(si fuera cierta la primera versión, debería existir en ruso, al menos)... El
misterio sigue.