miércoles, 20 de agosto de 2014

"Agarrate, Catalina"

No sé si es una creación rioplatense, si viene de España (como tantos modismos que usamos aquí) o de algún otro país. Sólo sé que en esta región de Argentina en la que me tocó vivir se usa y bastante. La decimos como advertencia, para introducir un elemento peligroso, inconcebible o infrecuente: ¡Agarrate, Catalina! Viene la tía de visita. Incluso lo usamos cuando estamos relatando algo pasado: Se vino una tormenta que... ¡Agarrate, Catalina!. La versión completa es “Agarrate, Catalina, que vamos a galopar”, pero la segunda parte se usa menos. 
  

Me pregunto si es tan local como creía, porque es raro que aparezca en WordReference. (Busqué la forma en que así lo traduciría, si fuera necesario: “Brace yourself”.)

Pero me seguía preguntando ¿de dónde vendrá esta frase?. Y busqué...

En un sitio prometían “la verdadera historia” y “casi 100 % de exactitud”, pero sin mención alguna de una fuente bibliográfica seria, ni el autor de esas afirmaciones se manifiesta profesor o investigador o erudito en frases y dichos populares. Por lo cual todas las versiones que encontré me merecen igual crédito.

Versión 1: Rusia, siglo XVIII. La protagonista de esta versión sería Catalina “la Grande” de Rusia, que tenía fama de tener muchos amantes y por lo tanto era común en la época que un varón dijera a su pareja “agarrate, Catalina, que vamos a galopar” como invitación a practicar el sexo. (¿Cómo no se les llamó "Catalinas" a todas las chicas de cascos ligeros, entonces, o por qué no se transformó en un nombre con mala historia?)

Versión 2: Ciudad de Buenos Aires, década de 1940. Esta es la historia que más circula por internet (¿será porque es porteña?). La Catalina mencionada era una trapecista muy joven, de familia de artistas de un circo que recorría los barrios de la ciudad, a la que los parientes y el público advertían “Agarrate, Catalina” antes de que hiciera sus peripecias. La historia tiene un final trágico: la joven murió en una función, al estrellarse el Hombre Bala contra su torso. (¿Por qué se le agrega “que vamos a galopar”, y qué relación tiene con el trapecio? No se comenta.)

Versión 3: Río de la Plata, principios del siglo XX. En Yahoo Respuestas, un respondedor uruguayo (que quiere convencernos de que Gardel era de sus pagos) atribuye la frase al jockey Irineo Leguizamo (que sí era uruguayo pero hizo gran parte de su carrera en Argentina, era amigo de Gardel y hasta le inspiró un par de tangos). Según el relato, Leguizamo corría una yegua llamada Catalina y a la largada de cada carrera, tenía costumbre de alentar así a su animal. (En una lista de caballos que corrió no figura ninguna Catalina. Pero aquí al menos hay un caballo involucrado... Aunque “galopar” no es lo que hacen en las carreras.)

Versión 4: Uruguay, finales del siglo XIX. Un forero de WordReference dice haber leído la frase en una obra del escritor uruguayo Orosmán Moratorio (pero no dejó el dato del título de la obra).

Cabe mencionar que existe una banda de murga uruguaya con este nombre: parece haber alguna vinculación de esta frase con nuestros vecinos.

(Elaboro aún otra versión...)
Yo elijo otra versión (total...). Pienso que se la dijo mi abuelo Pedro a mi abuela Catalina un día que iban en un tranvía que iba "a los trotes" por calle 7... 


Me encantaría saber si la frase se usa en otras regiones argentinas o en otros países además de Uruguay, y si existe en otro idioma (si fuera cierta la primera versión, debería existir en ruso, al menos)... El misterio sigue.

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