A modo de introducción
Con más de 20 años de ejercer esta profesión, sumados a los
años de estudio, sé que me encanta ser traductora y soy una aprendiz obsesiva.
Todo el tiempo trato de aprender nuevas cosas y corregir errores. A veces
cuesta: no es fácil admitir que hacíamos (o decíamos, o traducíamos) algo
mal... Pero hay que aprender. Hay cosas que son normas estrictas que no se
adaptan a la realidad (lo que indica la RAE no siempre se aplica a lo que usa
la mayoría de la gente hispanohablante, por ejemplo), pero hay cosas que se
pueden corregir sin que parezcamos maestros “ciruela”.
Ser una mejor traductora es importante para mí, y creo que
lo es para otros colegas. Y si no lo es, debería serlo. Pero la idea no es
retar a nadie ni burlarse de sus faltas, sino apoyarnos todos para lograr un
mejor resultado: comunicarnos mejor.
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