jueves, 4 de febrero de 2016

Corregidores

Los traductores somos corregidores. Y no hablo del funcionario real... ni  que seamos "correctores", que son los que han hecho la carrera. 

Nosotros somos fanáticos de corregir, y lo hacemos por trabajo o ad honorem, por una necesidad de enderezar lo que está mal, como quien acomoda el cuadro que se inclinó un poquito o mete la silla que quedó salida de la mesa.

Pero no es un simple objeto el que tratamos de arreglar: hay una persona detrás de ese error, y entonces, aunque parezca que el mensaje es "yo sé más", o "vos no sabés nada"... nuestra intención es compartir con ese ser humano un conocimiento. Decía Richard Bach en Ilusiones: "Enseñas mejor lo que más necesitas aprender", y cuando nos ponemos en maestros ciruelas (con colegas, al editarles una traducción, o con amigos a los que se les escapa un verbo mal conjugado), sentimos que es lo más generoso que podemos hacer: enseñarles eso que nos encanta, que nos ha gustado tanto aprender y seguimos tratando de mejorar.

Como sea, el colega y el amigo por igual... no reciben la corrección con un gracias.

"Mi vida es una batalla constante entre querer corregir la gramática y querer tener amigos".

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Dice también Richard Bach: 
"Aprender es descubrir lo que ya sabes. Actuar es demostrar que lo sabes. Enseñar es recordarles a los demás que saben tanto como tú. Somos todos aprendices, ejecutores, maestros".

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